Sobre su pecho encontraba ella la paz que su alma había deseado desde hace tiempo. Anhelaba hacer eterno ese momento, encuadrarlo en un estante en el que pudiera observar todas las noches ese destello cálido, para nunca pasar frío en invierno, en verano, o en la vida.
“Era una romántica incurable, era intransigente, cínica y, dicho con un eufemismo, una ingenua.”